De crisis a catarsis
Las ideas, los paradigmas por los que nos regimos y que configuran nuestras acciones individuales y colectivas son un magma siempre cambiante. Unas ideas mueren para dar paso a otras que aparecen; hay ideas que se influencian e hibridan mutuamente para dar origen a construcciones más complejas y evolucionadas. Como individuos sumergidos en el ruido de vivir y sobrevivir no acertamos a percibir estos cambios, pero a los estudiosos de la historia de las ideas esta dinámica de lo que pensamos les es evidente.
Últimamente la rabiosa actualidad no cesa de hablar del cambio de paradigma que nos tiene que traer la crisis. El trabajo del conocimiento, la economía sostenible o la globalización son conceptos que están en boca de todos. Sin embargo, hay sociedades que medran a través de estos cambios tectónicos mientras que hay otras que se desmenuzan como una galleta en un vaso de leche.
Los cambios que se están produciendo en el mundo son imparables como un torrente y las opciones que tenemos como individuos y como el pequeño país que somos son las de remar con la corriente o vernos arrastrados y doblegados sin remedio.
En la economía global los países emergentes con China a la cabeza se están configurando como las fábricas del mundo y los países desarrollados están basando su competitividad en la innovación, la creación de empresa y la extraordinaria complejidad de sociedades del conocimiento ágiles, dinámicas e inteligentes.
El inmovilismo y la rigidez del mercado de trabajo en España se están llevando por delante casi un cuarto de los empleos en España y el torrente no cesará hasta que la crisis se convierta en catarsis. Porque los torrentes no se pueden parar con palitos y hojas secas y porque los sindicatos, los gobiernos y las organizaciones patronales ancladas en el siglo pasado tarde o temprano evolucionarán o caerán como la futa madura. Y da igual como se pongan. Los aqueos llamaron a las puertas muchas veces ya.
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